viernes, 27 de febrero de 2009

Mario PATIÑO

Francesco ZAGANELLI

Bernardino ZAGANELLI

sábado, 21 de febrero de 2009

GEORGES DE LA TOUR

DIRCK VAN BABUREN

JOACHEM WTEWAEL

HENDRICK TER BRUGGHEN

MARCO ANTONIO BASSETTI

ANÓNIMO

lunes, 9 de febrero de 2009

ANÓNIMO

GIROLAMO GENGA

PRESEPE NAPOLETANO

PIETRO PERUGINO

FRANCISCO SALZILLO

BIAGIO MANZONI

GIULIO CESARE PROCACCINI

ERNESTO LOZANO RIVERO

GUIDO RENI

YUKIO MISHIMA

SALVADOR DALÍ

JOHN-PETER WITKINS

SERGIO MONTAL

HONORÉ DAUMIER

PEDRO ORRENTE

HANS BALDUNG GRIEN

SAN SEBASTIÁN

Hijo de padres ricos y nobles, nació en Narbona, de Francia, y muy joven recibió el Bautismo. Se alistó en el ejército romano precisamente para practicar la religión verdadera ocultamente y convertir al cristianismo a sus camaradas y a cuantos gentiles pudiese. Creía que podría hacer un gran servicio a la Iglesia. Fue martirizado en el año 288. — Fiesta: 20 de enero.

Era Sebastián un soldado valiente y muy apuesto, que formaba parte de la guardia del palacio imperial. El emperador era entonces Diocleciano. Y dícese que Sebastián era por él muy apreciado porque tenía un aire guerrero y a la vez sumiso. Se atraía las simpatías de cuantos le iban conociendo. No es extraño, pues, que Diocleciano le hiciese capitán jefe de su guardia personal, y le distinguiese con otros honores. Pero no sabía el emperador que un tan aguerrido oficial fuese cristiano y no adorador de los dioses del Imperio. En cuanto lo supo, dejó ya de ser su preferido, tuvo que padecer los más crueles castigos, hasta morir por no haber querido renegar de su fe. El que se había ganado la confianza de Diocleciano por haberse destacado en muchas batallas como uno de los soldados más intrépidos, y también por sus costumbres ejemplares, alejadas de los libertinajes de la milicia, desde que confesó paladinamente ser cristiano se convirtió en pesadilla y obsesión suya, fue odiado por él con verdadera ferocidad.

Hacía algunos años que los cristianos de Roma estaban algo tranquilos. Parecía que no habían de volverse a ver unas persecuciones tan duras como las del tiempo de Nerón y de otros emperadores. Y aunque había que andar con mucho cuidado para no excitar nuevamente los odios de los paganos, nadie molestaba a los seguidores de la doctrina de Cristo. Aquella temporada de paz permitió que Sebastián trabajase mucho, como se había propuesto, propagando la verdadera religión dentro del ejército y entre muchas personas distinguidas de la gran Urbe. Es claro que todo debía realizarlo con prudentísimo secreto. Nadie podía asegurar que la persecución no era posible que estallase de un momento a otro.

Así pudo convertir a Cromacio, uno de los principales personajes de Roma; a los dos hermanos Marco y Marcelino; a Zoé, esposa de Nicostrato y señora muy ilustre, que bien pronto sufrió el martirio; y a muchos más, que, después, cuando la persecución se renovó, supieron ofrecer generosamente su sangre en defensa de la verdad.

Encuadrando el glorioso apostolado y el martirio de San Sebastián en los relatos tradicionales, debemos decir que fueron anteriores a los decretos de persecución general, dados por Diocleciano y Maximiano hacia el año 303, cuando el primero se había incorporado al segundo a su mando, con igual poder, tomando ambos el título de augustos y dividiéndose el Imperio en oriental y occidental, para gobernar en Oriente Diocleciano, establecido en Nicomedia, y en Occidente Maximiano, con residencia en Italia. Es más: sabido es que cada uno de ellos se adjuntó un segundo con el título de césar, y así el gobierno del Imperio quedó de hecho transformado en una tetrarquía. Todo ello se hizo a fin de poder administrar mejor tan vastos territorios... Pero el martirio de San Sebastián tuvo lugar antes de estar implantada esta reorganización: algunos años antes de terminar el siglo tercero, cuando se iniciaba la persecución, que se limitó al principio casi exclusivamente a los oficiales y soldados del ejército.

Influyó, sí, Maximiano en la inmolación de Sebastián. Compañero, ya en Roma, de Diocleciano en las tareas del mando, y casi mandante como él, supo de algunos soldados que eran cristianos, y los hizo matar despiadadamente. Sebastián, ayudado por el sacerdote Melquíades, que algunos años más tarde fue Papa, recogió los cuerpos de aquellos sus compañeros mártires, enterrándolos con gran veneración. Tomó también parte en un proceso celebrado contra unos cristianos, defendiéndolos animosamente. Por otra parte, como estaba acentuándose la persecución y no pocos cristianos habían sido ya detenidos, no cesaba de avisar a los que estaban en peligro de detención ni de visitar y consolar a los prisioneros. Por fin, convertía más y más número de gentiles, a veces con evidentes milagros... Podía adivinar que se acercaba su martirio, y por esto comenzó a prepararse con mucha oración y buenas obras, más numerosas que nunca. En efecto, no tardó en ser todo descubierto, llegando a conocimiento de Diocleciano y Maximiano. Y el valiente capitán fue llamado por ambos para que diese cuenta de sus actos.

Ni con promesas ni con amenazas pudieron hacerle renunciar a la religión de Jesucristo. Y por esto fue condenado a morir a saetazos, atado a un palo, muy cerca del palacio del emperador. Las flechas fueron hiriendo su cuerpo y llenándolo de sangre. Los arqueros disparaban sin cesar y sin equivocar un solo disparo. Pero Sebastián iba sonriendo y tenía los ojos brillantes de una alegría celeste. Por fin los cerró, y su cabeza y cuerpo cayeron desfallecidos. Los verdugos lo dejaron, creyéndole muerto...

Sin embargo, vivía aún. Una santa mujer, llamada Irene, hizo retirar su cuerpo para darle sepultura; pero viendo que respiraba, lo hizo llevar a su casa, donde reanimarlo, curándose en pocos días todas sus heridas. Entonces, en vez de esconderse, presentóse con más valor que antes al emperador Diocleciano, que se llenó de pánico al verle, pues le creía ya muerto y sepultado. El Santo Mártir proclamó ante él su fe y le reprendió por su crueldad. Indignado Diocleciano, le echó de su presencia, mandando que fuese azotado hasta una muerte cierta.

Así se cumplió. Y para impedir que los fieles lo sepultasen, echóse el cadáver en una cloaca. Pero Santa Lucina tuvo por la noche una visión, en la que el propio Mártir le dijo dónde estaba su cuerpo y dónde quería se le enterrase. La santa cumplió el encargo; y el glorioso héroe fue enterrado en unas catacumbas, sobre las cuales edificóse, y existe todavía, una iglesia en honor suyo.

Es invocado San Sebastián universalmente como protector contra la peste. Así lo hace constar la inscripción de su sepulcro: «A Sebastián, mártir y campeón de Cristo, defensor de la Iglesia, terror de la peste».

BIBLIOTECA ELECTRÓNICA CRISTIANA, multimedios.org

EL MARTIRIO

25/01/2002
EL MARTIRIO DE SAN SEBASTIÁN SEGÚN LA FURA DELS BAUS
El martirio de San Sebastián(Dur 6:15)
Una ópera muy polémica en su tiempo con un montaje del siglo XXI. La Fura dels Baus continúa con sus incursiones líricas con El martirio de San Sebastián de Debussy y presenta una propuesta donde los efectos, los contrastes y la tecnología arropan al misticismo de la historia. Un espectáculo con el sello inconfundible de La Fura.

La ópera El martirio de San Sebastián, música en escena en cinco actos, basada en un Misterio medieval, cuenta con libreto del italiano Gabriele D'Annunzio y música de Claude Debussy y se estrenó en París en 1911. El tratamiento del tema religioso así como una homosexualidad oculta la convirtieron en tal escándalo que la Iglesia amenazó entonces con excomulgar a quien acudiera a verla.

Álex Ollé, miembro de La Fura dels Baus y, junto a Carlos Padrissa, uno de los directores de escena, comenta que "la polémica de la obra en su estreno fue debida a los propios contenidos de la historia del mártir, a su supuesta relación gay con el emperador Diocleciano". "De todas formas -continúa Ollé- creo que es una obra musicalmente preciosa, muy poética, muy especial... con una música muy suave que entra por los poros".

En este montaje, estrenado en Roma en 1997, La Fura intenta alejarse, según Álex Ollé, "de los textos de D'Annunzio, sin salirnos del misticismo pero entrando en una lectura más personal". Para ello, el grupo catalán ha incorporado un nuevo personaje, un médico, encarnado por Miguel Bosé. "Escogimos un médico porque nos parecía una mirada muy pragmática y objetiva de lo que podía ser el mártir".

Autopsia en escena
"Hay un momento -comenta Ollé- en que el médico le hace una autopsia para ver qué diferencia un mártir de una persona normal. No encuentra diferencia alguna". En este tema, La Fura tiene una particular visión del mártir: "Nos hace mártires la voluntad del que lucha por sus ideales y en contra de lo establecido. Ese mártir puede ser Luther King, Indira Gandhi o tantísimos otros".

Uno de los puntos fuertes de esta ópera, que promete ser uno de los acontecimientos musicales del año, es la participación en las representaciones de Madrid del director de orquesta Lorin Maazel, una de las batutas más respetadas. Ollé destaca que esta colaboración es muy importante, ya que "el maestro Maazel es alguien que conoce muy bien a Debussy y una música interpretada por alguien así es fundamental".

Tras sus aplaudidos Atlántida de Falla, y La condenación de Fausto de Berlioz, La Fura dels Baus lleva a cabo una impresionante y rompedora puesta en escena donde las imágenes, a través de tecnología multimedia, representan un papel más. El Martirio se convierte así en una ópera de vanguardia y efectista. Un espectáculo con el sello inconfundible de La Fura.

Terra - María J. Mora

JOSÉ DE RIBERA, EL ESPAÑOLETO

JOSÉ DE RIBERA, EL ESPAÑOLETO

JOSÉ DE RIBERA, EL ESPAÑOLETO

domingo, 8 de febrero de 2009

VINCENZO FOPPA

ALONSO BERRUGUETE

TIZIANO

TANZIO DA VARALLO

PETER PAUL RUBENS

ODILON REDON

RAFAEL SANCIO

ANDREA MANTEGNA

ANDREA MANTEGNA

GERRIT VAN HONSTHORST

EL GRECO

JUAN CARREÑO DE MIRANDA

AMICO ASPERTINI

ALBRECHT DÜRER

GIULIO CESARE PROCACCINI

AEGILIUS SAELER II

PIETRO PERUGINO

ANTONELLO DA MESSINA

PIERO DELLA FRANCESCA

GIOVANNI ANTONIO PELLEGRINI

JEAN BAPTISTE CAMILLE COROT

EGON SCHIELE